El Valle de Casablanca presentó a sus primores, los nuevos sauvignon blanc 2008. Vienen con fuerza este año, pero también con mucho frescor. POR PATRICIO TAPIA Wiken, 3/10/2008
Estoy en la terraza de la viña Casas del Bosque y, a pesar de que se trata de una de las zonas más frías del Valle de Casablanca, se siente que el invierno ya se va. Corre esa brisa marina, claro, pero perfectamente podría sacarme la chaqueta y tenderme a tomar el sol. El paisaje es inmejorable. Las suaves laderas de Casablanca, y mi copita de sauvignon blanc 2008, bien helada, fresca, como deber ser.
Una sana tradición ésta la de los productores de Casablanca. Todos los años, cuando las parras comienzan a brotar y lentamente los viñedos se tiñen de verde, los viñateros presentan a la prensa los nuevos sauvignon blanc del año, una suerte de avant premier de lo que serán los vinos hechos con esta gloriosa cepa. Así es que es por esta presentación que estoy en Casas del Bosque. Mi copita de sauvignon y yo. La vida, claro, es buena.
Lo que hago es probar todos los vinos que cada enólogo presenta. Hablan de asuntos técnicos. Qué hicieron y qué no para obtener lo que está dentro de la copa. La idea es que entendamos las características de la cosecha 2008, una que está saliendo al mercado y que promete bastante.
Promete porque, primero, fue un buen año. Aunque las temperaturas máximas fueron superiores a las de 2007, las mínimas fueron más bajas. "Este año, tuvimos las chimeneas prendidas todo el tiempo", graficó Pablo Morandé, el presidente de los viñateros del valle. Además, las producciones por parra fueron menores, lo que redunda en vinos más concentrados, con una mayor carga de sabores.
Lo que ustedes van a encontrar cuando prueben los sauvignon 2008, entonces, será una rica mezcla entre cuerpos potentes, de un buen grado de alcohol, amalgamados con una acidez chispeante, inusualmente cítrica. A mí me gustó más la cosecha anterior, la 2007, que era algo más ligera y, en vez de aromas y sabores a frutas blancas maduras, lo que ofrecía (y aún ofrece) eran detalles herbáceos en vinos que se sentían más refrescantes, pero que en realidad no tienen la fuerza que ofrece esta 2008.
Cuestión de gustos, por cierto. Lo que sí no puedo negar es que el sauvignon blanc de Casablanca se está poniendo los pantalones largos y es, con mucha ventaja, la cepa que mejores vinos da en el valle. El pinot noir tiene buenos ejemplos, pero los cuento con los dedos de una mano; en chardonnay hay uno que otro rico, pero nada que se compare en calidad y, especialmente, en cantidad. El sauvignon la lleva.
La presentación de este año confirmó esa hegemonía. No había vinos malos y, a pesar de que muchos de ellos apenas si estaban terminados, ya mostraban el carácter refrescante de Casablanca, las brisas marinas influyendo en los sabores de las uvas. Ese es el estilo que predomina y todos parecen ir en la misma dirección, excepto Bill, de la viña William Cole, que muestra sin complejos el uso de la madera, cosa que los demás no hacen o hacen muy poco (la norma es fermentar en acero inoxidable, material que no aporta en términos de sabores). Este Bill es para guardar hasta que la fruta absorba la influencia de la barrica.
Entre los estrenos, estuvo Viña Punto Alto con su Punto Niño. Este suave y fresco sauvignon es el nuevo emprendimiento de la bodega Laroche, franceses de gran prestigio en Borgoña y que debutan en Chile con este blanco. También el sauvignon de la nueva línea de Casas del Bosque, Pequeñas Producciones, apenas 2.400 botellas que quedarán íntegramente para el mercado nacional a un precio de $11.500. Fue uno de los grandes vinos de la jornada.
Los demás son vinos que muestran consistencias y con los que, a estas alturas, uno puede decir que son compras seguras. Quintay, de la Viña Quintay; Indómita Reserva, de Viña Indómita; Nimbus, de Viña Casablanca; Morandé Reserva, de Viñas Morandé; Reserva Veramonte, de Viña Veramonte; Reserva, de Viña Carmen; Medalla Real, de Santa Rita; Reserva Especial, de Viña Mar; y Novas, de Emiliana. Cada uno de estos vinos es bueno, ya sea en su versión 2007 como también en la 2008, y, además, están en supermercados a precios razonables.
Además, también probamos vinos de viñas más pequeñas y de distribución limitada como los sauvignon de Catrala, el Cariblanco de la viña Kingston o EQ Coastal de Matetic. Aquí los precios son más altos, pero también hay una enorme calidad.
Y sí, son casi todas flores. La tradición de presentar los nuevos sauvignon justo cuando comienza la primavera es, cuando menos, evocativa. Sin caer en las tonteritas poéticas de la descripción, estos sauvignon huelen a frescor, parecen estar diseñados para capear los calores en la terraza, junto a la piscina o mirando la playa.
Sin embargo, lo que todavía echo de menos es más riesgo. Un buen camino es el que ha tomado Pequeñas Producciones, de Casas del Bosque. Una selección de selección en el viñedo para extraer el máximo del potencial de la viña. También me resulta divertido y hasta deschavetado lo que hace Bill al apostar por un sauvignon que necesita más tiempo en botella, que no es cosa de comprar y abrir. Los demás toman un camino más seguro y, aunque entre ellos hay grandes vinos, siento que falta experimentación. Ya está claro que el Valle de Casablanca es la cuna del sauvignon en Chile, ahora se necesita apostar por más.
Una apuesta que a mí, al menos, me gusta es comprobar lo bien que envejecen los sauvignon chilenos. Compren uno de estos súper concentrados 2008, dejen la botella en el clóset, entremedio de los calcetines, y olvídense hasta el 2010. Lo que van a descubrir, probablemente, no sea el vino ideal para el cebiche de corvina, pero sí para algo más profundo, como ostiones salteados o centollas. Quién sabe. Los vinos cambian con el tiempo, algunos mejoran. El sauvignon blanc es uno de ellos.
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El Valle de Casablanca presentó a sus primores, los nuevos sauvignon blanc 2008. Vienen con fuerza este año, pero también con mucho frescor.
POR PATRICIO TAPIA
Wiken, 3/10/2008
Estoy en la terraza de la viña Casas del Bosque y, a pesar de que se trata de una de las zonas más frías del Valle de Casablanca, se siente que el invierno ya se va. Corre esa brisa marina, claro, pero perfectamente podría sacarme la chaqueta y tenderme a tomar el sol. El paisaje es inmejorable. Las suaves laderas de Casablanca, y mi copita de sauvignon blanc 2008, bien helada, fresca, como deber ser.
Una sana tradición ésta la de los productores de Casablanca. Todos los años, cuando las parras comienzan a brotar y lentamente los viñedos se tiñen de verde, los viñateros presentan a la prensa los nuevos sauvignon blanc del año, una suerte de avant premier de lo que serán los vinos hechos con esta gloriosa cepa. Así es que es por esta presentación que estoy en Casas del Bosque. Mi copita de sauvignon y yo. La vida, claro, es buena.
Lo que hago es probar todos los vinos que cada enólogo presenta. Hablan de asuntos técnicos. Qué hicieron y qué no para obtener lo que está dentro de la copa. La idea es que entendamos las características de la cosecha 2008, una que está saliendo al mercado y que promete bastante.
Promete porque, primero, fue un buen año. Aunque las temperaturas máximas fueron superiores a las de 2007, las mínimas fueron más bajas. "Este año, tuvimos las chimeneas prendidas todo el tiempo", graficó Pablo Morandé, el presidente de los viñateros del valle. Además, las producciones por parra fueron menores, lo que redunda en vinos más concentrados, con una mayor carga de sabores.
Lo que ustedes van a encontrar cuando prueben los sauvignon 2008, entonces, será una rica mezcla entre cuerpos potentes, de un buen grado de alcohol, amalgamados con una acidez chispeante, inusualmente cítrica. A mí me gustó más la cosecha anterior, la 2007, que era algo más ligera y, en vez de aromas y sabores a frutas blancas maduras, lo que ofrecía (y aún ofrece) eran detalles herbáceos en vinos que se sentían más refrescantes, pero que en realidad no tienen la fuerza que ofrece esta 2008.
Cuestión de gustos, por cierto. Lo que sí no puedo negar es que el sauvignon blanc de Casablanca se está poniendo los pantalones largos y es, con mucha ventaja, la cepa que mejores vinos da en el valle. El pinot noir tiene buenos ejemplos, pero los cuento con los dedos de una mano; en chardonnay hay uno que otro rico, pero nada que se compare en calidad y, especialmente, en cantidad. El sauvignon la lleva.
La presentación de este año confirmó esa hegemonía. No había vinos malos y, a pesar de que muchos de ellos apenas si estaban terminados, ya mostraban el carácter refrescante de Casablanca, las brisas marinas influyendo en los sabores de las uvas. Ese es el estilo que predomina y todos parecen ir en la misma dirección, excepto Bill, de la viña William Cole, que muestra sin complejos el uso de la madera, cosa que los demás no hacen o hacen muy poco (la norma es fermentar en acero inoxidable, material que no aporta en términos de sabores). Este Bill es para guardar hasta que la fruta absorba la influencia de la barrica.
Entre los estrenos, estuvo Viña Punto Alto con su Punto Niño. Este suave y fresco sauvignon es el nuevo emprendimiento de la bodega Laroche, franceses de gran prestigio en Borgoña y que debutan en Chile con este blanco. También el sauvignon de la nueva línea de Casas del Bosque, Pequeñas Producciones, apenas 2.400 botellas que quedarán íntegramente para el mercado nacional a un precio de $11.500. Fue uno de los grandes vinos de la jornada.
Los demás son vinos que muestran consistencias y con los que, a estas alturas, uno puede decir que son compras seguras. Quintay, de la Viña Quintay; Indómita Reserva, de Viña Indómita; Nimbus, de Viña Casablanca; Morandé Reserva, de Viñas Morandé; Reserva Veramonte, de Viña Veramonte; Reserva, de Viña Carmen; Medalla Real, de Santa Rita; Reserva Especial, de Viña Mar; y Novas, de Emiliana. Cada uno de estos vinos es bueno, ya sea en su versión 2007 como también en la 2008, y, además, están en supermercados a precios razonables.
Además, también probamos vinos de viñas más pequeñas y de distribución limitada como los sauvignon de Catrala, el Cariblanco de la viña Kingston o EQ Coastal de Matetic. Aquí los precios son más altos, pero también hay una enorme calidad.
Y sí, son casi todas flores. La tradición de presentar los nuevos sauvignon justo cuando comienza la primavera es, cuando menos, evocativa. Sin caer en las tonteritas poéticas de la descripción, estos sauvignon huelen a frescor, parecen estar diseñados para capear los calores en la terraza, junto a la piscina o mirando la playa.
Sin embargo, lo que todavía echo de menos es más riesgo. Un buen camino es el que ha tomado Pequeñas Producciones, de Casas del Bosque. Una selección de selección en el viñedo para extraer el máximo del potencial de la viña. También me resulta divertido y hasta deschavetado lo que hace Bill al apostar por un sauvignon que necesita más tiempo en botella, que no es cosa de comprar y abrir. Los demás toman un camino más seguro y, aunque entre ellos hay grandes vinos, siento que falta experimentación. Ya está claro que el Valle de Casablanca es la cuna del sauvignon en Chile, ahora se necesita apostar por más.
Una apuesta que a mí, al menos, me gusta es comprobar lo bien que envejecen los sauvignon chilenos. Compren uno de estos súper concentrados 2008, dejen la botella en el clóset, entremedio de los calcetines, y olvídense hasta el 2010. Lo que van a descubrir, probablemente, no sea el vino ideal para el cebiche de corvina, pero sí para algo más profundo, como ostiones salteados o centollas. Quién sabe. Los vinos cambian con el tiempo, algunos mejoran. El sauvignon blanc es uno de ellos.
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