El Mercurio, 24 de julio de 2009
Como es costumbre, el Valle de Casablanca presentó las nuevas cosechas de Pinot Noir, una cepa que aún es tarea pendiente en Chile.
Hacer un buen pinot noir, uno delicado, que huela abundantemente a frutas rojas frescas, que tenga un cuerpo suave, chispeante, ligero y refrescante, pero que a la vez sea profundo y llene la boca, no es un asunto fácil. Ni siquiera en la Borgoña, la gran tierra del pinot, donde nacen algunos de los tintos más espectaculares del mundo.
Así es que Chile no tendría por qué ser la excepción. Demasiado sol que quema la delicada piel del pinot, falta de suelos arcillo-calcáreos que otorguen la tan ansiada mineralidad y, quizás, algo menos de calor para que el pinot madure tranquilamente, sin sobresaltos. Todos ésos pueden ser factores que influyen. Y también, por cierto, la tendencia a producir pinot noir demasiado corpulentos, como para impresionar, pero que no responden a su carácter delicado.
Sea lo que sea, los pinot noir chilenos están en camino de autobúsqueda, lo que quedó claro luego de la tradicional presentación de la nueva cosecha que cada año realiza el Valle de Casablanca. Esta vez fue la vendimia 2008, un año al parecer complejo, con un final de temporada de calores potentes que forzaron y apuraron demasiado el tranco lento y pausado del pinot.
El asunto es que luego de probar las trece muestras de este año -once de 2008 y dos de 2007- queda la sensación de que hay algo de desorientación o, viendo el vaso medio lleno, una fuerte tendencia a la experimentación. Para mí el resultado general es que esta serie de pinot -prontos a salir al mercado- son demasiado generosos en dulzor, empalagosos a veces, sin frescos y con niveles de alcohol que siempre están sobre los 14. Así, con esa madurez, es difícil obtener lo que se llama "tensión", una suerte de balance entre una acidez fresca, una textura fibrosa y un gusto a frutas rojas que, más que maduras, parecen crujientes. Esa tensión, en general, no se ve.
Es probable que se esté cosechando muy tarde en busca de texturas más suaves, pero obteniendo uvas muy dulces en ese intento. O que se esté sobreextrayendo mucho, poniendo músculos excesivos. Es como ir a levantar pesas, cuando lo que necesita el pinot es alejarse de las mancuernas e ir directamente al spa por un buen masaje.
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